La Caravana por la Paz y la Restauración de la Madre Tierra luego de una veintena de días de haber atravesado la frontera entre Chile y Argentina, por el paso del Cerro Aconcagua, pudo realizar un encuentro al más puro estilo Caravanero.
Diseñamos el espacio para toda la tarde del sábado 23 de febrero bajo el nombre de “Tejiendo comunidades para la Paz”, luna menguante del año del Jabalí y fuimos alrededor de 30 autoconvocados. Niñas, niños, descendientes de la etnia Huarpe y múltiples personas que volvieron a compartir la medicina del propósito, así como Mendocinos y vecinos de las inmediaciones y una periodista de la radio comunitaria local FM LA LEÑERA.
La retroalimentación que se nos ha entregado nos lleva a considerar que este evento ha sido una cúspide. La satisfacción nos tiene con sonrisas y alegría. Sentimos que hemos logrado cohesión y alcanzar una propuesta de impacto. Todavía soñamos con alta convocatoria y abundancia en la generación de ingresos, pero la experiencia nos entrega la certeza en el buen camino que hemos escogido. Nos dicen: “El propósito que llevan no puede pasar desapercibido, sobre todo porque se vive”.
Ha significado un trecho de trabajo comunitario y organizacional, para sintonizar a cada tripulante acerca de la impronta que pretendemos dejar en los corazones. Así, el momento final de la jornada tuvimos la ronda de abrazos y en cada uno de ellos, al oído nos expresamos la belleza de la vida.
Escuchamos que al llegar a un lugar y explicar la propuesta por la Paz, ésta resulta ser un sinnúmero de palabras e informaciones. No obstante, en el compartir con la comunidad las prácticas vuelven entendibles todos los conceptos que al final se funden en una atmósfera de familia.