En la entrada El autocuidado como acto transformacional, planteamos como este concepto se trata de un proceso de transformación que requiere tiempo y voluntad, y que una forma de comenzar a cultivarlo positivamente en nuestra vida cotidiana es mediante la atención.
Específicamente se planteó un ejercicio de atención a nuestro lenguaje, a la forma en que nos hablamos a nosotros mismos, ya que el lenguaje es un medio por el cual damos forma a nuestra realidad, creando modos de ser-en-el-mundo que pueden o no brindarnos bien-estar.
Otra forma de cultivar nuestra atención y que se relaciona directamente con cultivar nuestro autocuidado, es mediante la respiración.
Este proceso orgánico que nos mantiene vivos puede ayudarnos a transformar el modo con que nos relacionamos nosotros mismos. Ya que tiene en su caudal de energía el potencial para transformar nuestra percepción de un momento determinado. Puede cambiar nuestro modo de vivir la cotidianeidad, brindando un espacio de pausa entre estímulo y respuesta, transformando una reacción automática ante un estímulo, en una respuesta que puede ser más beneficiosa cuando surge desde un espacio de claridad y no de apuro ante un estímulo determinado. Un ejemplo de esto, son emociones complejas como el enojo o la pena, que pueden llevarnos a reaccionar desde un momento de vulnerabilidad o poca claridad.
Les dejamos un video llamado “Sólo respira”, un cortometraje que nos enseña desde la visión de los niños cómo la respiración puede ayudarnos a relacionarnos con emociones difíciles como el enojo.
Creado por Wavecrest Films, traducido al español por Gonzalo Brito .